24 noviembre, 2010

Ana María Matute ganadora del premio Cervantes 2010

La escritora española Ana María Matute ganó este miércoles el Premio Cervantes 2010, que ha reconocido así a una autora maestra en el arte de contar cuentos, ajena a modas literarias y amante del bosque, lo medieval y la mirada infantil.

Ana María Matute, de 85 años de edad, se convierte así en la tercera mujer en recibir el premio, considerado el Nobel de las letras hispanas, tras la española María Zambrano (1988) y la poetisa cubana Dulce María Loynaz (1992), como destacó la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, al anunciar su nombre.

La escritora acaba de publicar un recopilatorio de su narrativa breve, incluyendo sus famosos cuentos y artículos periodísticos, bajo el título de “La puerta de la luna”, y prepara una nueva novela.

El premio Cervantes, dotado con 125.000 euros, ha cumplido con la norma no escrita de ser entregado alternativamente a escritores españoles y latinoamericanos, ya que en 2009 fue a parar al mexicano José Emilio Pacheco.

Un jurado de once personas, en el que participó el ganador del Cervantes en 2008, el español Juan Marsé, seleccionó, en seis votaciones y por mayoría, el nombre de Matute, que en los últimos días sonaba con fuerza para hacerse con el galardón.

En una reciente entrevista con el diario El País a propósito de la publicación de “La puerta de la luna”, Matute afirmó que si le daban el premio “daría saltos de alegría”, aunque no mostraba en sus declaraciones gran esperanza en recibirlo, tras llevar años sonando como posible ganadora.

“No escribo para ganar premios, gano premios porque he escrito libros”, afirmó entonces.

Sin embargo, Ana María Matute ha ganado muchos galardones en su extensa carrera literaria, incluyendo el Premio Planeta en 1954 por “Pequeño Teatro” y el Nacional de Literatura 1959 por “Los hijos muertos”. Finalista del premio Nadal en 1947 por “Los Abel”, lo ganó en 1959 con “Primera Memoria”. También ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por “Solo un pie descalzo”, en 1984.

En 1998 ocupó el asiento K de la Real Academia Española de la Lengua, a la que había ingresado dos años antes y en la que fue la tercera mujer en entrar en 300 años, tras la escritora Carmen Conde y la historiadora Carmen Iglesias. Después llegarían la científica Margarita Salas y la escritora Soledad Puértolas, que entró hace unos días.

Matute fue una narradora precoz: a los cuatro años, y tras estar a punto de morir por una infección de riñón, escribió e ilustró su primer relato. Desde entonces continuó trabajando en la literatura y con 17 años envió a la editorial Destino su primera novela, ‘Pequeño teatro’, publicada años más tarde tras ganar el Planeta.

De familia barcelonesa acomodada, Matute tiene un hijo, Juan Pablo, nacido en 1954. En su obra, la infancia y la Naturaleza siempre han ocupado un importante papel, y los cuentos, que ahora ha recopilado, son uno de los géneros en los que mejor se ha movido la autora, que llegó a trabajar para la editorial Destino publicando en este género.

Matute pertenece a la generación literaria de los años 50, aunque su obra, lírica y a la vez realista, se enmarca de forma independiente, eligiendo a veces esa mirada infantil o juvenil como forma de distanciamiento de una dura realidad, marcada por una infancia dentro de la Guerra Civil española (1936-1939).

Entre las obras de la escritora barcelonesa destacan, además de las mencionadas, “Luciérnagas” (1993), “Olvidado rey Gudú” (1996), “Aranmanoth” (2000) o “Paraíso inhabitado” (2008), la que aseguró que sería su última novela, aunque de nuevo está “madurando” una nueva historia.

Prestigioso galardón en las letras hispanas, el Cervantes ha ido a parar en años anteriores a autores como el español Juan Marsé, que lo ganó en 2008, el argentino Juan Gelman (2007), Jorge Guillén (1976, en su primera edición),el Cubano Alejo Carpentier (1977), el argentino Octavio Paz (1981), el español Francisco Ayala (1991) o el último Premio Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa (1994).

El premio Cervantes, concedido por el Ministerio de Cultura anualmente, no puede ser dividido, ni declarado desierto, ni concedido a título póstumo.

Matute recibirá el 23 de abril de 2011 el premio de manos del rey Juan Carlos I en una ceremonia en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, cuna del autor de “El Quijote”.
___

“Yo me he caído de alguna galaxia”

Señora académica, ¿ve a menudo a su colega Cela?
Alguna vez nos cruzamos en la Academia, tomamos un café…

¿Qué le parece la que ha liado al hablar del centenario de Lorca?
No hablaré de eso. Yo sólo hablo de literatura

Ah. Pues, ¿qué le parece la literatura de Cela?
Me parece un gran escritor

¿Y qué le parece como persona?
Quiero mucho a Cela. En el fondo, es intrínsecamente bueno. En un momento terrible de mi vida, hace muchos años, él y su primera mujer, Rosario Conde, fueron para mí como un padre y una madre. Fueron los únicos que me ayudaron. No lo olvido. Soy agradecida y no diré una palabra contra Cela.

Lo que dijo sobre Lorca y los homosexuales…


¿Qué significa Lorca para usted?
Yo tenía ocho años cuando, un día, en el colegio, antes de la guerra, una maestra nos trajo un poema. Era de Lorca, aquel de “la Luna se fue a la fragua”. ¡Me impresionó! ¡Era tan diferente a todo! Cuando lo mataron, me estremecí. Era una figura extraordinaria.

¿Por qué fue terrible el pasaje de su vida al que aludía?
Prefiero no hablar de ello.

Pues volvamos a la Academia. ¿Qué tal está ahí, como única mujer entre hombres?
Es un lugar muy agradable con gente muy agradable. Me dicen que estoy ahí por mis méritos, no por ser mujer. Pero yo esto allí como en todas partes: sin saber muy bien por qué. Yo me he caído de alguna galaxia.

Me parece que se siente usted de otro mundo, más que de éste.
Sí. Desde niña me sentí en otra parte: veía el mundo como desde un palco, nunca desde dentro. Yo era una niña con muchos miedos, era tartamuda…

¿Y cómo se curó?
Me curaron los bombardeos de la guerra. Mis padres, mis hermanos y yo nos cogíamos de las manos y nos pegábamos a la pared maestra, a ver caer las bombas alrededor.

Habría también momentos gratos…
Había un castigo que consistía en encerrarme en un cuarto oscuro. ¡Pero para mí era muy agradable! Allí dentro yo vivía una vida agradable. Los contornos de los armarios cambiaban de forma, la realidad se transformaba…

¿Vive usted todavía en su infancia?
A mí me empujaron fuera de la infancia, pero algo de mí sigue allí. La infancia no es una etapa de la vida: es un mundo completo, autónomo, poético y también cruel, pero sin babosidades.
Cuándo llega la noticia de que un niño ha matado a otro, ¿qué piensa?
Me da pena, porque significa que no hemos avanzado nada. Siempre ha habido niños que han matado. Estamos como en el siglo X.

Como en “Olvidado Rey Gudú”, su última y muy vendida novela.
Las ideas y las ideologías pasan y mueren. Lo que no cambia son los sentimientos: el ansia de poder, la envidia, los celos, el odio, el amor… Son hoy igual que en el siglo X, y todo eso está en mi novela, con forma de cuento de hadas.

Aunque con personajes más brutos.
Ay, hijo, ¿no conoces tú hoy a gente de apariencia muy fina pero que son bestias increíbles? Yo sí, yo sí, yo sí.

¿Ha sido usted cruel alguna vez?
Cuando me enfado puedo decir cosas muy crueles de las que me arrepiento mucho luego…

¿Por ejemplo?
Una vez, de niña, le dije a un niño que no le quería, y era mentira. No iba a volverle a ver. No sé por qué lo dije, pero aún pienso en él a menudo…

¿Tiene sentido de culpa? ¿Reza?
Rezo cada noche a mi ángel de la guarda, que aún no sé cómo se llama. Busco su nombre hace años. Yo fui católica, luego me hice atea, pero eso era muy poco divertido… y, bueno, ahora me lo amaño a mi manera.

¿Cree en la vida en el más allá?
No puedo creer que mi parte no corruptible acabe con el resto. Necesito y deseo creer que eso perdura, no sé cómo ni dónde.

Perdura en los libros, ¿no?
La verdad es que “Olvidado Rey Gudú” es el libro que desde niña quise escribir, y ahí está todo lo que soy, está Europa, la cultura de la que vengo.

¿La Europa de Maastricht?
Cuando oigo hablar de eso me suena rarísimo. Dicen: “ahora que somos europeos”. Oiga, eso usted: yo he sido europea siempre, desde que leía a Andersen de niña.

¿A qué parte de Europa viajaría este verano?
He viajado ya tanto… Hijo, lo que me gusta es quedarme en casa, en ese sillón, haciendo el crucigrama de La Vanguardia, de Fortuny. Dígale que me lo paso fenomenalmente, que es un cachondón. Son difíciles, pero he cogido el tranquillo y los saco.

(Entrevista de Víctor-M. Varela)-La Vanguardia (19/06/1998)
© Ana María Matute 2007 | www.anamaria-matute.com